domingo, 24 de abril de 2016

SOLO EN MARACAIBO

Tengo que comenzar diciendo que este cuento es totalmente distinto, no di carreras para conseguir una entrada, ni se me hizo tarde para llegar a la locación, no pensé que ropa vestir para que no saliera repetida en la foto. No hay nada de especial en la forma de escribirlo, y quizás hasta le falte coherencia. Así que prepárense para el cuento más extraño y preciado que leerán aquí.

Días antes del concierto hable con Ana María, y le pedí un favor sumamente especial: Que me dejara vivir el concierto SOLO de Maracaibo no desde una butaca, si no como si yo formase parte del equipo que producía el concierto. Llegar temprano, estar presente durante el antes disfrutando de todo aquello que uno como fanática nunca ve. Ella aceptó sin imaginar lo que eso significaba para mí.

El día del concierto para mí comenzó realmente temprano. Llegué al aeropuerto de Maiquetía a las 3:30am por que el vuelo con destino a Maracaibo salía a las 6:00am. Desde el día antes sabía que iba a coincidir con Danielis y los técnicos en el aeropuerto así que cuando ya había dejado mi equipaje llamé a Dani para conseguirnos. Apenas nos saludamos, ella dijo: Muchachos, les presento a Rosita, la novia del Pollo. Para mi sorpresa varios de los muchachos a los que no conocían respondieron con un: ¡Ay, tu eres Rosita! Dejándome impresionada he de aceptar jajajaja terminé desayunando con ellos, antes de que nos dividiéramos para esperar nuestros vuelos.

Llegué a Maracaibo con mi cara de trasnocho, y al llegar a mi casa se fue la luz, pero no había nada que pudiera quitarme la emoción con sustico que yo tenía ese día. Así que la mañana pasó rápido.

3:00 pm.

Apenas subí la rampa y abrí la puerta escuché su voz dando un par de instrucciones y se me  detuvo el tiempo unos segundo para respirar profundo y caer en cuenta de lo que iba a vivir en las horas siguientes aunque en realidad no tenía idea de lo que venía.

Nunca había visto el aula magna así. Todas las butacas rojas alineaditas y vacías, con una luz tenue en la sala esperando ser usadas para que alrededor de 1300 personas disfrutaran del SOLO de Rafael “Pollo” Brito en Maracaibo. Apenas unos pasos más adelante cuando alcé la vista un escenario ya armado, las letras alumbradas formando la palabra SOLO,  la pasarela blanca uniendo los 3 espacios dispuestos con los instrumentos: BAR, ACÚSTICO Y UKELELE eran los nombres para los efectos de la producción.

Estaba el Pollo, sentado con la guitarra en la mano, lanzando al aire la primera línea de “Perla negra” de Yordano con una gorra negra con rojo, franela roja y las medias que hacían juego y que llevaba puestas para no ensuciar la pasarela blanca con los zapatos.

Un escenario con tres estaciones, tres sillitas y cinco instrumentos musicales. En este show, se agregó un instrumento más. El equipo de producción y el Pollo le dicen “El guitarrón” Es una mezcla de cuatro con guitarra, en una complicidad del Pollo con el luthier Richard Sermeño.

Apenas Ana María me vio me hizo señas para que subiera al escenario, caminé y el Pollo asistió con la cabeza como modo de saludo mientras afinaba detalles con el ingeniero de sonido. Ana, por su parte me invitaba a dejar mi cartera en el camerino y a sentirme en confianza. Yo decidí caminar, soltar mi cartera y quedarme parada a un ladito del escenario viendo como empezaba la prueba de sonido. Grabé un par de segundo de la prueba, solo para compartirlo con otras seguidoras y que me quedara como recuerdo.

Cuando Ana subió a la cabina para comenzar el ensayo completo, uno de los técnicos me invitó a sentarme en la primera fila, y fue una de las mejores cosas que pude hacer, tanto que mientras escribo esto cierro los ojos, y lo detallo todo de nuevo. Era una especie de concierto para mi sola. Tenía a mi ídolo en frente, llenando el escenario más grande de mi ciudad,  y disfrutándolo sola. Soltó la primera estrofa de Perla Negra se dio cuenta que todo sonaba bien y cambió el instrumento –por el cuatro electroacústico- soltó un par de versos de El Becerrito de Simón Díaz mejor conocida como “La vaca mariposa” y ahí comencé a llorar. Me sentía grande por pensar que me estaba cantando a mí solita y a la vez me sentía pequeña en la butaca pues él no sabía que yo estaba sentada viéndolo, estaba concentrado en que todo se escuchara perfecto. Cambio de estación, afinó detalles, hicieron la prueba con el telón.

Me levanté, y me puse a la orden con Danielis para prestarle ayuda en lo que pudiera necesitar, entré al camerino, y descubrí que hay algo que no puede faltar en las peticiones del Pollo durante los conciertos: ¡Chupetas! me causó ternura darme  cuenta de que acababa de descubrir algo más sobre él –una buena seguidora atesora saber esos pequeños detalles-
Luego de la prueba y mientras estaba ayudando a Dani, entró el Pollo al camerino y me saludó. No hablamos casi nada. Tomó una chupeta de la mesa, y salió.  

Me saltaré un pequeño rato de la tarde por que no es tan lindo estar diciendo que en pleno montaje se fue la luz en el teatro y decidieron irse al hotel a darse un baño y  descansar, y me fui con Dani y los técnicos.

6:00pm

El concierto debía comenzar a las 7:00pm pero la luz no llegó hasta las 6:30pm así que cuando regresamos al teatro aún estábamos a oscuras, así comenzaron a afinarse pequeños detalles mientras llegó la luz. Pasadas las 6:30 llegó Ana María, con la luz por cierto jajaja y pude vivir como es todo ese proceso que se vive tras el escenario justo hasta el momento donde se apagan las luces y comienza a abrir el telón.

No ví como se abrió el telón, estaba encargada de algo sumamente importante jajajaja, lograr que los invitados especiales incluidos la familia de Ana María lograran sentarse a disfrutar del concierto. Recibí algunas indicaciones, corrí un poquito, subí y bajé varias veces por las escaleras de caracol en las que el Pollo me dijo hace casi 5 años atrás “Llegó mi novia” sin conocerme, me sentí feliz.

Cuando logré subir de nuevo al backstage, y caminé hacia el escenario por los camerinos respiré profundo, escuchaba de fondo al Pollo cantando “Temes” el tema con el que acaba de ganar un premio en el exterior, y pensaba: Aquí estas Rosa, lo lograste. Estas en el lugar que cualquier fanática quisiera estar, viviendo la magia desde atrás luego de preguntarte tantas veces como harían todo.

Ahora puedo entender muchísimo mejor porque cada concierto es un ESPECTÁCULO así en mayúscula, negrita y subrayado. El Pollo se ha rodeado de los mejores en cada aspecto que producir un concierto necesita, tuve la oportunidad de compartir con todos los técnicos y TODOS son profesionales, amantes de lo que hacen, se disfrutan su trabajo, anteponen su obligación al cansancio físico que puedan tener. Son unos duros. Mis respetos a todos y cada uno de esos Venezolanos que no se ven en el escenario pero que sin ellos no habría magia. Mi aplauso para ustedes, siempre.

El concierto transcurría de lo mejor, veía al Pollo sentado, haciendo su magia tocando y cantado, un público maravilloso que coreaba cada canción, que aplaudía con euforia como solo los marabinos pueden hacerlo por el amor y la admiración tan grande que le tienen a Rafael.

En el desarrollo del concierto lloraba, y salía del escenario para ir al camerino a limpiarme y que no se notara tanto que estaba llorando. Cerré los ojos un par de veces para dejar que mi imaginación que tantos conciertos ha visto del Pollo – Gracias a Dios- jugara a imaginar cómo se veía lo que estaba escuchando. En algún momento del concierto una de las muchachas de la productora regional encargada del evento me preguntó ¿Tu eres muy fan de él que estás llorando así? Yo sonreí un poco y le dije: ¡Mucho!

Cuando ya el concierto iba un poco más delante de la mitad decidí sentarme entre los telones en el piso del escenario, escondiéndome para que quienes estuvieran en el público no notaran mi presencia. Ni ellos ni el resto de las personas que ahí estaban, tal como se lo había prometido a Ana María.

Hubo un momento en particular que fue sumamente especial.  Mientras el Pollo hablaba con el público una niña, decidió expresar que quería cantar con él. El cantó una pieza más y le pidió a la niña que subiera al escenario. Por un momento sentí que la niña fue enviada justo para pedir una canción que yo quería escuchar. Le dijo al Pollo que ella quería escucharlo cantar “Mi caballito” Amo esa canción, no sé por qué pero la amo, y aunque no sé cómo se veía el momento –porque cerré los ojos por estar llorando y decidí escucharla, y verla con el alma, solo imaginarla. Esa canción y cuando cantó “La Elegida”  y “Tócala Viejo” creo que fueron mis canciones preferidas y los momentos en los que más lloré.

Como estaba pronosticado y ya he mencionado lloré, lloré mucho, lloré durante la mayoría del tiempo que duró el concierto. Lloré recordando mis locuras y viajes durante 5 años para verlo. Lloré por caer en cuenta de la confianza que la oportunidad de estar ahí representaba. Lloré tapándome el rostro mientras  lo escuchaba cantar mi canción preferida y dándome cuenta que aún con la cara tapada podía saber exactamente los gestos que hacía mientras la cantaba. Lloré viendo como el público lo aplaudía, disfrutaba, se reía, coreaba las canciones. Lloré escuchándolo cantar canciones que amo, y que amo más cuando tienen su voz. Lloré de felicidad por ver como cumplía un sueño. Lloré pensando que pasará  un tiempo indefinido para poder volverlo a ver de cerca como en ese momento. Lloré tanto que un fotógrafo que cubría el concierto y a quien conozco, me puso la mano en el hombro para decirme que no llorara más.

Concluí en medio de tanto llanto que no se llora solo por tristeza. Mi llanto era una mezcla de orgullo, felicidad, tristeza, dolor y satisfacción. Terminé hinchada, de ojos y henchida de alma. Por primera vez en 5 años de conciertos no grité ni aplaudí, solo lloré y detallé cada mínimo movimiento minuto a minuto, los grabé para el recuerdo. 

Se cerró el telón y apenas vi que el Pollo caminaba en dirección al área de camerinos donde estábamos decidí dar media vuelta y entrar al camerino donde tenía mi cartera para no verlo. Estaba negada a llorar frente a él. No pasaron dos minutos y el entró al camerino en el que estaba ¿Todo bien Rosita? ¿Te gustó estar de este lado del escenario? me preguntó con una sonrisa en la cara, que solo dejaba ver satisfacción. Logré asentir con la cabeza y rogar que siguiera  a su camerino rapidiiito, aguantando el nudo en la garganta.

Se preguntarán ustedes porque tanto llanto si debía estar feliz.

En realidad lo estaba, estaba total y absolutamente feliz y melancólica a la vez. Por algún tiempo ese fue el último concierto al que fui aquí en Venezuela. Pronto, prontísimo diría yo me sumo a la cifra creciente de emigrantes venezolanos, y me toca poner en pausa todas esas cosas que aún me faltan por vivir como fanática: Tomarme un café con él y otras seguidoras –aunque no tomo café- , verlo grabando alguna canción en un estudio, bailar aunque sea 10 segundos de una canción de Argenis Carruyo. Vivir un concierto en una plaza, visitarlo en la radio. Tantas cosas que como fanática he soñado durante el tiempo que lo he seguido. Han sido tanto los momentos lindos, y tanto bien le ha hecho a mi vida, que ver que también de eso voy a tener que desprenderme al emigrar no puedo evitar llorar una y otra vez.

Pero me llevo conmigo su música, el  recuerdo de cada concierto, la experiencia de haber vivido el último como en algún momento lo soñé y la esperanza de volverlo a ver pronto aquí en Venezuela, o allá donde yo  esté. Decidí llevármelo conmigo, y tenerlo hoy y siempre. Decidí recordar cuanto bien me ha hecho, y cuantas sonrisas me ha regalado.

Y aunque no sé si sea merecedora de tantos momentos lindos que he sumado en estos años,  si estoy segura que agradezco con cada pedacito de mi las maravillosas oportunidades que he vivido con el Pollo y todo su entorno por que han sido mi mejor motivo para sonreír.

Decidí no despedirme de él, ni tomarme fotos,  así que la imagen que acompaña este cuento es mi más reciente adquisición y uno de mis más preciados tesoros. Para mí significa llevar a cualquier sitio parte de lo que soy y de lo que amo. 
Desde ahora al mirarme la muñeca sabré que la música venezolana en su voz, está impregnada en mi con esa silueta del cuatro que el tan perfectamente ejecuta con el tricolor de mi bandera como símbolo de mi orgullo por ser venezolana.
 Llevo para siempre el dije que él decidió regalarme el día de su cumpleaños para que yo “si quería” lo usara. Lo quiero tanto que ahora es parte de mí, aunque el collar se rompa, desgaste o pierda es mío para siempre. 


Solo me queda decir GRACIAS a Ana María por dejarme cumplir un sueño, al Pollo por ser el protagonista de mis mejores recuerdos, a Dani y todo el equipo por hacerme sentir una más ese día y a  todos los que se toman un minuto de su tiempo en leer las locuras que escribo aquí.

PD: Espero tener pronto algún otro cuento para mi blog, por que desde donde esté seguiré siendo una PolloFan.

PD2: Las maravillosas fotos de abajo son de mi pana Hector Romero @photoshopiado que estuvo a mi lado casi todo el concierto  y hasta me consoló jejeje