Un pollo venezolano por los cuatro costados
Rafael “el Pollo” Brito, tan criollo y variado como el plato típico de Venezuela
El cuatrista y
representante del Folklore Fusión condensa las cualidades particulares
del venezolano común. Defiende sus convicciones y se expresa sin que le
quede nada por dentro
Albermary Aponte
El Pollo Brito está a punto de grabar el
segmento de El Calabozo del magazine matutino del Canal de la Colina,
pero en su pequeño receso antes de salir al estudio 6 se encuentra
dentro de su cubículo, sentado en una silla entonando unas canciones con
su guitarra. En su camerino todo está dispuesto en perfecto orden para
él. Para la abuela puede verse como un desorden pero es parecido a las
habitaciones de los adolescentes de los que tanto se quejan las madres.
Es un espacio de 4×4 bien iluminado. Su vestuario se refleja en un gran
espejo en cuya peinadora reposan un televisor pequeño, una pila de Cd’s
de sus cantantes favoritos, su celular y al frente un perfume Dolce
& Gabbana poco más debajo de la mitad. Amable y sencillo, Rafael
Brito representa al venezolano echa’o pa’lante, solidario, humilde y,
como pocos artistas, preservador de los valores culturales de la nación.
Nació en Caracas el 14 de Noviembre de
1971. Dice que su afición por la música le viene por haber crecido en
una familia musical, aunque ninguno de sus progenitores sean
profesionales de la carrera. Era el propio muchachito al que el papá le
decía en cada reunión familiar “toca esto, toca el cuatro”. De hecho, le
atañe a su papá la responsabilidad de ser lo que es hoy en día y
agradece a Dios por que el Gallo -como le gusta llamar a su padre- se
haya esmerado por convertirlo en muchacho de bien. “Él fue el culpable
de que yo haya iniciado estudios con el cuatro y eso es el resultado de
lo que es mi vida ahora.
Cuenta que en la adolescencia fue un
poquito rebelde, no tenía vicios y era “medio líder”. Pero sus
aspiraciones siempre fueron llegar a la meta propuesta y mantenerse
alejado del camino que no lo llevara hasta ahí, gracias también a que
estuvo rodeado de personas “buenas e inteligentes” que lo ayudaron a
permanecer enfocado en sus metas.
“Yo no me dejaba guiar por las
invitaciones a tirar piedras. Más bien yo era el que influenciaba. En mi
adolescencia estaba muy claro de lo que quería hacer. Todos los días me
iba con un cuatro en el hombro, me montaba en un autobús y la gente me
veía con cara de ‘¿y este loco?’. Pero más allá de eso no tuve vicios, o
sí, pero eran buenos, como la comida. Pero no soy bebedor, nunca he
fumado, no he usado drogas, nada de eso.”
A los 11 años inició estudios musicales
en la Orquesta Nacional Juvenil del estado Miranda, en la cual aprendió a
tocar el oboe, instrumento que lo acompañó durante 10 años de su vida. A
esa edad su profesora de música, Raquel González, empieza a llamarlo
“pollo ronco, porque era muy flaquito y hablaba muy ronco”. Y al pasar
el tiempo, su voz se aclaró y solo quedó como “pollo”.
Cursó estudios de especialización en el
Conservatorio Simón Bolívar y pasó por varias orquestas sinfónicas, pero
un día circunstancias de la vida lo obligaron a abandonar su carrera en
cuanto a la música clásica. “En ese tiempo las orquestas no pagaban a
tiempo y mi hija acababa de nacer –explica Rafael- entonces tuve que
trabajar en otro lado. Un día llegué tarde a un concierto, hubo un
problema y entregué mi instrumento. Pertenecer a la Fundación Simón
Bolívar me ha enseñado muchísimo, a pesar de ser ésta de música clásica y
no de música popular venezolana”.
Tiempo después se mantuvo dando
conciertos con ellos pero como cuatrista o cantante y, aunque ya no está
ejecutando, se mantiene ligado a la fundación dando clases de cuatro en
el Conservatorio donde se formó.
Cuenta que cuando empezó a dar clases de cuatro a los estudiantes no les llamó la atención Rafael Brito como profesor. Sin embargo, cuando se enteraron de que el profesor sería Rafael “el pollo” Brito creció
la matrícula de inscritos. “Creo que ese es el gancho, es más fácil
recordar ese nombre, y a lo mejor por el tipo de programa que es
Portadas la gente lo recuerda más”, confiesa Brito, risueño.
El momento más duro de su vida fue en el
año 1999 en el que trabajó lanzando periódicos, labor que se vio
obligado a cumplir porque tenía que mantener a sus hijos -tiene cinco-.
Confiesa que siempre tuvo fe en que todo saldría bien y afirma que Dios,
la Virgen y San Onofre lo acompañaron mientras superaba ese obstáculo.
Ahora se encuentra en el programa
matutino de Venevisión “Portadas” como animador, oficio que le encanta a
pesar de que, en las propias palabras del Pollo, es cansón, por lo
agotador que es el trabajo que hace diariamente.
Mariela Celis y Carolina Indriago,
también animadoras del programa, coinciden en que es un excelente
compañero de trabajo, con un gran sentido del humor, muy alegre y
divertido. En una sola palabra lo definen como bochinchero. Es un
personaje muy criollo, anecdótico, y sorprende cuando se le escucha un
dejo oriental en su voz al hablar.
Cuando hablan los fans del Pollo es casi
obligatorio referirse a Rosa Martínez -recomendada por el mismo Rafael-,
mejor conocida en Twitter como @lanoviadelpollo desde julio de 2011.
Esta abogada marabina empezó a interesarse y a verse poco a poco atraída
por la música de Brito. Tuvo la oportunidad de conocerlo en una
presentación que él hizo en Maracaibo y, en las propias palabras de
Rosa, quedó enamorada de su talento y de su calidad vocal en un medio
como el musical que poco sorprende a la audiencia con buenas
producciones y en el que muchos son artistas pese a la carencia de
habilidades vocales.
“Mi admiración por él viene primero por
ser talento venezolano, además tiene una voz increíble. Es un músico
completo, con cada canción te transmite un sentimiento específico, y lo
más importante es su calidad humana. Pienso que aun teniendo fama y
talento conserva su humildad al máximo y eso lo hace un ser digno de
admiración y respeto!”, confiesa Rosa.
Por otra parte Oscar D’ León e Ilan
Chester se refieren a él como un muchacho muy talentoso y muy afinado,
algo que el Pollo no se quiere creer del todo. De hecho, considera que
llegó de “carambola” a este medio y confiesa que en sus aspiraciones de
niño se imaginaba estar pero no pensaba que iba a llegar.
Admira a Simón Díaz y a Oscar D’ León por
todo el trabajo que han hecho por Venezuela tanto a nivel nacional como
internacional, y desde sus comienzos, sigue los pasos de estos
artistas. “Este es el primer escalón de la escalera que quiero subir.
Llevo tres escalones apenas de todo a lo que quiero llegar a ser. Uno
quiere hacer tantas cosas por este país que pienso que este es el
comienzo solamente”, expresa sobre sus aspiraciones actuales.
Quizás muchos piensan que la animación es
una actividad desligada del canto, pero para el Pollo la animación es
parte del artista. “Creo que prefiero sumar. Hay gente que dice ‘tírate
por este tubo y haz eso solamente’. No. Lo que me ha enseñado la vida es
‘si lo puedo hacer ¿por qué no lo voy a hacer?’ Y no soy nada
egocéntrico como para decir ‘yo animo bien’. El público y la gente que
trabaja con uno son implacables”, afirma, y agrega que ha tenido mucho
apoyo del público y del personal con el que trabaja.
Si se preguntan dónde está el cuatrista
que incursionó en este medio con “Una casita bella para ti”, él contesta
“Aquí está. Siempre. Y creo que la animación es una finta pa’ que la
gente crea que me perdí. Creo que tampoco hay que desbocarse en hacer
todo en un año porque después lo que haces es como la espuma”.
Sobrevivir en este medio es bastante
difícil pero él comenta que la mejor manera de uno comportarse frente a
las malas intenciones es pasar con las manos en los bolsillos silbando.
“Sí, peazo’e loco, pero uno en esta vida no puede ver mucho pa’los
lados, uno va haciendo lo que uno cree que es mejor para cada quien”.
Esa manera de pasar hecho el loco y sin
ver mucho a los lados por la vida es algo que lo ha caracterizado desde
adolescente, y piensa que en la manera en que uno haga lo que le gusta,
va a gustar a los demás. Hace y actúa según como siente en el momento,
se guía por la intuición y dice que si bien todo en la vida debe tener
un orden, uno mismo aporta un estilo particular a lo que hace. “Si no
hay esencia, no hay nada”, asevera.
“Venezuela tiene que saber que su cultura
es única en el mundo, en cuanto a música, arte y otros. Nosotros
tenemos una virtud que es la síncopa y el swing que muchos quisieran
tener y lo digo con orgullo porque tenemos un swing que no lo tiene
nadie, creo que es muy importante dar a conocer eso. Aquí la gente no lo
toma como una bandera, dicen que no les gusta ésta sino la otra”,
expresa Brito y cita a Luis Escaray (famoso cantante de gaitas) cuando
dice “por ahí se va la patria”.
La palabra “patria” tiene una connotación
muy política en el país en estos tiempos, y allí el Pollo aprovecha
para expresar su posición en estos asuntos: “yo soy apolítico
totalmente. Me identifico con lo que decía Tite Curet Alonso
(puertorriqueño, compositor de salsa), ‘la música no es ni de izquierda
ni de derecha.”
Confiesa que su música favorita es algo
entre la gaita y la salsa. Ese gusto por la música ubicada entre
distintos géneros pudo ser la influencia para darle inicio al Folklore
Fusión –mezcla de ritmos folclóricos afrovenezolanos con ingredientes
del pop-, con el cual llegó a ser reconocido en el medio artístico en el
año 2005.
“La idea de mezclar la música folclórica
con el pop fue una idea un poquito a lo Carlos Baute. Pero él emuló con
los instrumentos del pop los ritmos venezolanos, yo lo hice al revés. Lo
que hice fue unir las dos cosas”, explica. Además, destaca que no le
tiene miedo a ningún género musical, incluso, para él es un placer y un
reto cantar algo a lo que no está acostumbrado.
Piensa que no tiene sentido eso a lo que
llaman Neofolklore. “Realmente, yo aplaudo a los grupos de rock que lo
hacen -versionar canciones de cantantes importantes de nuestra música-,
lo único que les pido es que lo hagan bien. Porque yo no sé si piensan
que cantar a su manera es bonito, pero hay un grupo que cantó una
canción de Gualberto Ibarreto –canta el inicio de “Ladrón de tu amor”- y en la armonía están perdidos. Es preferible preguntar a los que saben”.
Al Pollo Brito le preocupa más que le
digan que algo está mal hecho en lugar de que algo no le gusta a alguien
y de allí se rige para criticar las producciones que llegan a sus
oídos.
“Puedo decir que he escuchado muy pocas
cosas malas a nivel musical y soy de los que escucha cualquier tema malo
de principio a fin, por lo que creo que tengo la facultad de decir
‘esto no sirve.’ A veces uno se extraña y ve como en el mercado mundial
la música que no sirve se pega, pero una cosa es que no te guste y otra
cosa es que esté mal hecha”, declara tajante.
Por último, el Pollo tiene una teoría muy
interesante para explicar dónde radica la pérdida de valores culturales
y tradiciones venezolanas de las que tanto se habla en la actualidad.
“Aquí los culpables son los maestros en
las escuelas y los padres en la casa. Realmente no creo que funcione lo
obligado. Se pueden tener leyes que te lleven a cumplir con ciertas
normas, pero si desde chiquito te enseñan a comer con el plato en el
piso, cuando llegues a una mesa dirás ‘yo prefiero comer en el piso’. Es
una cuestión de costumbres. Si todavía en los colegios, en los libros
de primaria dicen que la música venezolana es la música criolla y ya,
ahí está el error. Si te dicen que el único cantante emblemático es
Simón Díaz, no es lo correcto. El error no son los muchachos de hoy, el
error es lo que ellos han tenido como guía, y allí se incluyen los
maestros, profesores y los padres. Así de sencillo”.
El Pollo Brito define la identidad del
venezolano como una cosa loca y mestiza, como el Pabellón Criollo que
está hecho con cuatro ingredientes distintos y es diferente en cada
región del país. Él es ese personaje que posee carisma, espontaneidad,
irreverencia y buen humor. Es la representación del venezolano común. En
otras palabras, el gentilicio del país es indefinible y así es él: un
pollo venezolano por los cuatro costados.